Los guerreros de terracota de Xi´an son uno de los monumentos más conocidos de China y, al mismo tiempo, uno de sus mayores misterios. Aunque estos 7.000 soldados de arcilla, modelados a escala real y cada uno con rasgos fisonómicos distintos, ya constituyen un tesoro arqueológico por sí mismos, se supone que son sólo una pequeña parte de un hallazgo mucho mayor: el espectacular mausoleo de Qin Shi Huang, el primer emperador que unificó China en el año 221 antes de Cristo y ordenó erigir los tramos más antiguos de la Gran Muralla.
Y es que la misión de los guerreros consistiría en proteger al monarca, quien subió al trono con 13 años, acabó con dos siglos de guerras internas, impuso una moneda y un idioma común y se hizo enterrar en un fabuloso túmulo subterráneo. Según cuentan las crónicas de la época, por su tumba corrían ríos de mercurio y estaba cubierta por una bóveda plagada de gemas y perlas que representaban al Sol, los planetas y las estrellas.
Mito o realidad, la verdad sobre este enigmático mausoleo está un poco más cerca de conocerse gracias al reciente descubrimiento de los arqueólogos que investigan el recinto. Tras cinco años de estudios, los expertos acaban de hallar una misteriosa construcción de 30 metros de altura sepultada bajo una colina piramidal de 51 metros que se levanta justo sobre lo que podría ser la tumba de Qin Shi Huang.
Tal y como explicó a la agencia estatal Xinhua uno de los miembros del Instituto de Arqueología de Shaanxi, Duan Qingbo, dicha cámara tiene “cuatro muros con forma de escaleras de nueve peldaños, lo que podría haber servido para que el alma del emperador iniciara su viaje al más allá”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario