Novenos grados y su responsabilidad social











Finalizando el Semestre en diciembre del 2009 los novenos grados realizaron, con sus encargados de grados, una actividad de responsabilidad social en el Hogar de Niñas Natalia de Simán.

Miguel de Unamuno



Miguel de Unamuno

Datos del autor:
(1864-1936)
Filósofo y escritor español, considerado por muchos como uno de los pensadores españoles más destacados de la época moderna.


"El hombre es un producto social y la sociedad debe im
pedir que se pierda para ella."

Estudios revelan por qué los niños son intimidados y rechazados


Por: Robin Nixon
Colaboradora de LiveScience

Los niños que son intimidados y rechazados por sus compañeros podrían ser más propensos a tener problemas en otras áreas de sus vidas, según han mostrado estudios anteriores. Y ahora, investigadores han encontrado al menos tres factores en la conducta de un niño que pueden llevar al rechazo social.

Los factores involucran la falta de habilidad de un niño para detectar y responder a señales no verbales de sus compañeros.

En Estados Unidos, entre el 10 y 13 por ciento de los niños en edad de ir a la escuela experimentan alguna forma de rechazo por parte de sus compañeros. Además de provocar problemas de salud mental, la intimidación y el aislamiento social pueden aumentar las probabilidades de que un niño tenga malas calificaciones, abandone los estudios, o desarrolle problemas de abuso de sustancias, señalan los investigadores.

"Realmente es una cuestión de salud pública poco abordada", dijo el investigador principal, Clark McKown, del Centro Neuroconductual Rush en Chicago.

Y las habilidades sociales que obtienen los niños en las áreas de juegos o en otros lugares podrían aparecer posteriormente, de acuerdo a Richard Lavoie, un experto en conducta social infantil que no formó parte del estudio. Las actividades recreativas no estructuradas -es decir, cuando los niños interactúan sin la orientación de una figura de autoridad- son el momento en que los niños experimentan con los estilos de relación interpersonal que tendrán de adultos, dijo.

Lo que subyace en todo esto: "la necesidad principal de cualquier humano es agradarle a otros humanos", le dijo Lavoie a LiveScience. "Pero nuestros hijos son como extraños que habitan su propio país". No comprenden las reglas básicas para funcionar en sociedad y sus errores, por lo general, no son intencionales.

Rechazo social

En dos estudios, McKown y sus colegas hicieron que un total de 284 niños, de entre 4 y 16 años de edad, vieran videos de películas y observaran fotografías antes de evaluar las emociones de los actores en base a sus expresiones faciales, tonos de voz y posturas corporales. También se describieron situaciones sociales diversas y se le preguntó a los niños sobre las respuestas apropiadas.

Los resultados fueron entonces comparados con los relatos de padres de familia y maestros sobre las amistades y comportamiento social de los participantes.

Los niños que tenían problemas sociales también tenían problemas en al menos una de tres áreas diferentes de comunicación no verbal: leer señales no verbales; comprender su significado social; e idear opciones para solucionar un conflicto social.

Un niño, por ejemplo, simplemente podría no notar el ceño fruncido de una persona debido a impaciencia, o entender lo que significa golpetear el piso con el pie. O podría tener problemas para reconciliar los deseos de un amigo con los propios. "Es importante intentar precisar el área o áreas en los déficits de un niño y entonces fortalecerlas", explicó McKown.

Formas de ayudar

Cuando los niños batallan para socializar durante un periodo prolongado de tiempo, "inicia un círculo vicioso", explicó Lavoie. Los niños rechazados tienen pocas oportunidades de practicar habilidades sociales, mientras que los niños populares están muy ocupados perfeccionando las propias. Sin embargo, tener sólo uno o dos amigos puede ser suficiente para brindarle a un niño la práctica de socialización que necesita, indicó.

Padres, maestros y otros adultos en la vida de un niño también pueden ayudar. En lugar de reaccionar con enojo o vergüenza con un niño que, por ejemplo, le dice a la tía Mindy que qué raro peinado, los padres deberían enseñar habilidades sociales con el mismo tono que utilizan para enseñar divisiones largas o una higiene apropiada. Si se presenta como oportunidad de aprendizaje, en lugar de castigo, los niños generalmente aprecian la lección.

"La mayoría de los niños están desesperados por tener amigos, así que aceptan consejos con entusiasmo", dijo Lavoie.
Para enseñar habilidades sociales, Lavoie aconseja un enfoque de cinco pasos en su libro "It's So Much Work to Be Your Friend: Helping the Child with Learning Disabilities Find Social Success". (Touchstone, 2006). El proceso funciona en niños con o sin problemas de aprendizaje y es mejor si se realiza inmediatamente después de que se ha cometido una transgresión.

1) Pregúntele al niño lo que sucedió y escuche sin juzgarlo.

2) Pídale al niño que identifique su error. (Con frecuencia, los niños sólo saben que molestaron a alguien, pero no entienden su propio papel en las consecuencias).

3) Ayude al niño a identificar la señal que no detectó o el error que cometió, al preguntar por ejemplo: "¿cómo te sentirías si Emma acaparara el columpio?". En lugar de darle un sermón usando la palabra "deberías", ofrezca opciones que el niño haya "podido" tomar en ese momento, como por ejemplo: "pudiste haberle pedido a Emma que jugara contigo o decirle que le tocaría su turno después de ti".

4) Cree un escenario imaginario pero similar en el que el niño pueda tomar la decisión adecuada. Por ejemplo, podría decir, "si estuvieras jugando con una pala en la arena y Aiden quisiera usarla, ¿qué harías?".

5) Por último, póngale al niño "tareas sociales" pidiéndole que practique su nueva habilidad, al decir: "ahora que conoces la importancia de compartir, quiero que mañana me cuentes de algo que hayas compartido".

Los estudios están detallados en el ejemplar actual de la publicación Journal of Clinical Child and Adolescent Psychology. Fueron financiados por la Fundación Dean y Rosemarie Buntrock y por la Fundación William T. Grant.


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Subir escaleras, ejercicio para bajar el riesgo de daño cerebral


Las personas mayores de 40 años que mejor estado físico tienen poseen menores riesgos de sufrir hemorragias e infartos cerebrales o ictus.

Pero cuando de buena forma se habla, la idea no es dejar la vida en un gimnasio, no correr una maratón al año. Con subir escaleras, cargar con las bolsas de la compra, doblarse o agacharse regularmente, alcanza para llegar a ese estado físico. El sólo hecho de poder efectuar sin problemas estas actividades pasada la cuarentena es, además, un indicio de salud.

"Una mala función física pueden servir para identificar a aquellas personas que tienen un alto riesgo de ictus y a las que se las puede ayudar con estrategias preventivas, como la reducción de la tensión sanguínea. Además, podría animárseles a adoptar estilos de vida asociados con un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares, reduciendo el consumo de sodio y aumentando la actividad física", explica Phyo K. Myint, de la unidad de Gerontología Clínica de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).

Myint y su equipo llegaron a estas conclusiones tras revisar los datos de más de 13.600 británicos que participaban en un estudio sobre cáncer. Ninguno de ellos había sufrido un infarto de miocardio, un ictus o un tumor. Al inicio del seguimiento (entre los años 1993 y 1997) se sometieron, entre diferentes pruebas, a un test para revisar su forma física. En 2005, los autores vieron que 244 voluntarios habían sufrido un accidente cerebrovascular.

Pero el riesgo era inferior en un 50% entre los más ágiles, en comparación con las personas que habían puntuado peor en la prueba de función física. Por cada incremento de 10 puntos en esta escala, las probabilidades de sufrir un ictus disminuían un 19% entre los hombres y un 29% entre las mujeres.

A los autores les llama especialmente la atención que esta tendencia se mantenga independientemente de otros factores de riesgo: tabaco, niveles de actividad física, edad o niveles de colesterol.

A partir de este ensayo, Myint y su equipo están "investigando con más detalle las razones por las que una baja forma puede predecir un mayor riesgo de accidentes cerebrovasculares. No sabemos exactamente cuál es la explicación para esto".

Y agrega: "La función física puede ser un buen marcador de estilos de vida que pueden influir en el riesgo de ictus o un indicador de procesos fisiológicos, como la inflamación o la fibrilación auricular u otros trastornos degenerativos generales o procesos biológicos, como la aterosclerosis, que pueden relacionarse con el riesgo de ictus".

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