Los típicos castigos a los chicos no parecen ser demasiado efectivos.




Las nalgadas, los gritos o las penitencias, parecen servir, a veces, de poco para reducir los problemas de conducta de los niños, según un nuevo estudio.


La investigación, que involucró a académicos en seis universidades incluida la de Michigan, de EE.UU, donde se observaron las prácticas y percepciones de los castigos en seis países.


Y las conclusiones se publican en la edición de marzo/abril de la revista especializada Child Development.


Vale notar que la principal conclusión del trabajo fue que las nalgadas condujeron a más agresión y ansiedad infantil, independientemente del país, dijo Andrew Grogan Taylor, profesor asociado de trabajo social en la UM.


Entonces ¿qué deben hacer los padres y las madres para enseñar a los niños la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto?


"Bien puede ser que las inversiones de largo plazo que hacemos en nuestros hijos, como por ejemplo el pasar tiempo con ellos mostrándoles que los queremos, y el escucharlos, tengan sobre la conducta un efecto más poderoso que cualquier forma de castigo", dijo.


El trabajo


El estudio examinó las vinculaciones de las técnicas de castigo con los comportamientos agresivos y ansiosos de los niños, en madres y niños de China, India, Italia, Kenia, las Filipinas y Tailandia.


A diferencia de otros estudios este proyecto recogió información tanto de la madre como de sus hijos. Los participantes incluyeron 292 madres y sus hijos e hijas de 8 a 12 años de edad.


Los investigadores usaron la muestra para enfocar dos cuestiones:


* Cuando se consideran al mismo tiempo múltiples técnicas de castigo ¿cuáles formas de disciplina emergen como las que tienen las vinculaciones más firmes con los comportamientos agresivos y ansiosos de los niños?


* ¿Existen asociaciones significativas entre las prácticas de castigo y los comportamientos infantiles moderados por la medida en que las madres y los niños perciben que estas prácticas son normales en sus comunidades?


Las once técnicas de castigo analizadas fueron: enseñanza sobre lo que es buena y mala conducta; hacer que el niño o la niña pida perdón; tiempo en penitencia; supresión de algún privilegio; nalgadas o bofetadas; expresión de disgusto y decepción; avergonzar al niño; gritos; retiro del afecto debido a la mala conducta, amenaza de castigo o promesa de recompensa.


Se les preguntó a las madres y a los niños acerca de la frecuencia con que otras personas en sus comunidades usaban cada una de las técnicas de castigo.


"Cuando los niños perciben que una técnica de castigo es normal en su cultura o comunidad, es menos probable que evalúen como aberrante o objetable el uso que su madre haga de ella, según el estudio.


Grogan Taylor dijo que la investigación mostró que la relación de algunos tipos de castigo con los problemas de comportamiento variaban dependiendo de cuán común sea el uso de ese tipo de disciplina dentro de la comunidad.


Sin embargo, a pesar de estas variaciones pequeñas, hubo una coherencia firme en los resultados en todos los países.


La conclusión básica es que las penitencias, el uso de castigo corporal, la expresión de decepción/disgusto y el avergonzar al niño están relacionados significativamente con mayores síntomas de ansiedad.


La agresión infantil fue resultado de las nalgadas, la expresión de decepción y las griterías, añadió el estudio.

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