Director General de la Escuela Alemana en San Salvador Paul Hölzemann, Señora Directora de Primaria Doris Trettin, Señores miembros de la Junta Directiva de la Asociacion Escolar Alemana, señores miembros del Consejo de Padres de Familia, compañeros docentes y queridos alumnos(as).
“Explorando Nuestras Raíces”, es una buena iniciativa que busca rescatar las experiencias, conocimientos, tradiciones, costumbres y objetos propios de las generaciones pasadas. Con el objetivo de reflexionar sobre la identidad cultural dada a partir de la valoración hacha por las personas y grupos humanos que, desde el pasado, han aportado significativamente desde sus diferentes ámbitos de acción.
Pero, ¿Qué significa ser salvadoreño? Los procesos y sucesos nacionales e internacionales han contribuido a la configuración y transformación de esa “Identidad Sociocultural Salvadoreña”. La pasada Guerra Civil, los Acuerdos de Paz, la migración a Estados Unidos, las urbanizaciones, la globalización y sus diferentes dimensiones, son situaciones que han contribuido a la conformación de la actual y futura salvadoreñidad.
Ya quedó atrás el salvadoreño de las composiciones líricas del campo, inmerso en un ámbito netamente campestre o si se quiere del mundo tradicional, rodeado de mitos y tradiciones de marcada influencia rural. Ahora, es un “nuevo salvadoreño” dentro de otro contexto político, económico, social, tecnológico, geográfico y cultural. Si bien es cierto que el mundo rural no ha desaparecido, ha perdido relevancia y espacio territorial y cultural ante lo urbano y moderno.
El filósofo salvadoreño José Humberto Velásquez en su obra La Cultura del Diablo presenta dos rasgos culturales que identifican a la persona salvadoreña: a) La Conducta Imprevisora o comúnmente llamada en el país como “Atenimiento” «imprevisión o falta de previsión», conducta que denota: desatención, descuido, negligencia, etc. b) El Machismo como patrón de conducta sociocultural y sexual. [1]
El jesuita sociólogo, Segundo Montes, presenta en uno de sus trabajos otro patrón sociocultural que es parte de la cultura salvadoreña, el “Compadrazgo”. [2]
Muchos científicos sociales nacionales plantean que la persona salvadoreña contemporánea posee una “Identidad Cultural Débil o Frágil”, lo que ha permitido que la cultura nacional sea muy permeable ante otras culturas foráneas. Esta situación puede explicar la tendencia del salvadoreño a la transculturación y desculturación. En esta misma línea, se puede explicar por qué la persona salvadoreña es fácil presa de las modas externas, de su adopción a la cultura estadounidense o de su fácil adhesión a ideas externas.
“Explorando Nuestras Raíces” es también un buen esfuerzo para hacer frente a aquellos elementos negativos que son propios del proceso de una “Sociedad Global”, el que muchas veces impide el desarrollo de la diversidad cultural. Tales como el pensamiento único, las desigualdades, la polarización, el consumismo, el déficit democrático, etc.
Frente a ello, necesitamos urgentemente observar y reflexionar sobre NUESTRAS RAICES. Tomar en cuenta nuestra riqueza artística, histórica y arqueológica que es nuestro TESORO cultural.
Uno de los más grandes problemas que tiene El Salvador es no profundizar para hacer propios estos conceptos que rigen la vida constitucional y legal de todos los países. Dejamos que otros lo entiendan y lo apliquen arbitrariamente sin mayor preocupación social. Podemos analizar muchos ejemplos, pero en esta ocasión quisiera que nos detuviéramos y reflexionemos sobre nuestros indígenas:
Pese a que nuestra nacionalidad tiene su origen en una cultura indígena, no existe una definición sobre ese carácter indígena. El artículo 63 de la Constitución Política habla del lenguaje indígena, de rescatarlo y preservarlo, pero no menciona a las personas que conforman las etnias. O sea que tratamos el indigenismo como la piedra de pirámide, o un tiesto de cerámica, y nos olvidamos de las personas que hablan ese idioma y que si no lo hablan es porque se creó un miedo para manifestar su cultura. Una paradoja que los hablantes no existan pero sí su habla.[3]El Censo de Población 2007 ha vuelto más invisible a la población indígena de El Salvador: las cifras oficiales establecen que la mayor parte de la población es mestiza (86%) y blanca (13%), y apenas el 1% restante se distribuye entre indígenas, negros y otros grupos. Estos resultados refuerzan una de las ideas más arraigadas y más equivocadas: que en El Salvador no hay indígenas.[4]Pero el indígena existe con sus rasgos culturales, oculto pero vivo, en su religión, costumbres, comidas, vestimenta, son de carne y hueso pero aparecen solo como objeto de, patrimonio cultural. Los hechos históricos de 1932, crearon un estigma contra la cultura indígena, sospechosos de violencia y rebeldía, sometidos a punta de balas y de miedo que sigue perdurando por más de 60 años.
Observemos y reflexionemos, querida comunidad educativa, en esta semana y démonos otra oportunidad para reconstruir nuestra IDENTIDAD “Explorando nuestras raíces”.
Muchas gracias.
[1] http://www.metabase.net/docs/las-dignas/00918.html
[2] El aporte de Segundo Montes a la sociología:el compadrazgo y las clases sociales"
[3] http://www.constitution.org/cons/elsalvad.htm
[4] http://es.wikipedia.org/wiki/Demograf%C3%ADa_de_El_Salvador