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Trabajo de investigación:Tras las huellas del caballero descalzo.

El arquitecto Rolando Ernesto Deneke vivió la suerte de tener una abuela con el don de la palabra. La recuerda a menudo, artífice de tardes de niñez plagadas de relatos, de consejos pacientes, de acercamientos a una historia, la salvadoreña, que parecía más cercana en la narración florida de doña Consuelo de Sol. Y confiesa que fue en una de esas tardes infantiles en la que quedó sellada en su mente la imagen hablada de Justo Armas. “Lo que más llamaba la atención —recordaba mi abuelita— era que a pesar de ser un hombre elegante, culto y muy educado, don Justo Armas siempre andaba descalzo”, comenta hoy Deneke, a punto de desvelar de una vez por todas el misterio que, por décadas, rodeó al personaje.

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